CALDERÓN DE LA BARCA

CALDERÓN DE LA BARCA

PERSONAJES DE LA VIDA ES SUEÑO. CALDERÓN



            SEGISMUNDO           
    Desde el comienzo de la obra se nos informa de que es un compuesto de “hombre y fiera”. Cuando escuchamos su primer monólogo, sabemos que sufre sin culpa alguna, lo que le encoleriza y le convierte en un ser violento en el que lo animal supera a lo racional.
   En palacio abusa de su poder, insulta a la corte, arroja a un criado por la ventana, trata de matar a su preceptor después de un intento contra la honestidad de Rosaura, se vuelve contra Astolfo, se encara con su padre… No se da cuenta de lo endeble que es su fuerza y actúa sin prudencia alguna.
   Sin embargo, es capaz de mostrar sentimientos y de razonar. La visión de Rosaura en la Jornada I, aun creyéndola hombre, le conmueve sin saber explicarse por qué (tal vez la visión platónica de la belleza en general es lo que aquí actúa). En la corte, pese a su fiereza, dice grandes verdades: “En lo que no es justa ley/ no he de obedecer al rey (vv. 1321-1322). No obstante, aunque es advertido por Clotaldo y por Basilio de que puede estar soñando (vv. 1317-18; 1530-31). Su orgullo, su prepotencia, su desprecio a los derechos de los demás, acaban con la prueba y de nuevo se le envía a la torre.
   Se suele decir que Segismundo empieza a cambiar al despertarse del narcótico en la última escena del acto II, pero, en realidad, comienza su conversión en los primeros momentos de la obra, con la visión de Rosaura, y termina tras la batalla con su padre y la petición de perdón. Toda la comedia dramatiza la lucha de la pasión y el instinto contra la razón y la prudencia. El famoso monólogo en que termina el Acto II y la reflexión sobre lo vivido, sobre la brevedad de las grandezas humanas. Entre sus pensamientos se rastrea la influencia del estoicismo de Séneca, pero ya cristianizado.
   El hombre, cuando sueña, no es responsable de lo soñado, no es libre; Segismundo en palacio, esclavo de sus instintos, no es libre tampoco. El hombre no puede prescindir de las leyes morales, no puede transgredirlas, porque sin ellas la vida carece de sentido. De esta manera, el príncipe en el palacio sueña doblemente: por la estratagema del narcótico y porque se deja llevar por su fiereza y actúa según sus instintos, como un animal, sin libertad.
            De nuevo encarcelado, acepta las explicaciones de Clotaldo:

Es verdad, pues reprimamos esta fiera condición/
esta furia, esta ambición,/ por si alguna vez soñamos (2148-2151)

   Así reconoce que ha de doblegarse  a las leyes con el fin de evitar desengaños mayores. El despertar de Segismundo en la torre, su cuna y su sepulcro, es simbólico: también el hombre al morir despierta del sueño, de lo que ha sido en la vida:

Y así haremos, pues estamos/ en mundo tan singular,/
que el vivir solo es soñar;/y la experiencia me enseña/
 que el hombre que vive sueña/ lo que es, hasta despertar: (2152-2157)

   La vida, pues, no es otra cosa que un sueño en el que cada uno sueña no su existencia, sino el papel que le ha sido asignado en ella, como predica el estoicismo: “Sueña el res y que es rey…”(v. 2158)
   Pero el verdadero triunfo de Segismundo sobre sí mismo no sobreviene hasta que, convencido por los soldados, se levanta contra su padre (v 2380). Pronto le dice a Clotaldo: “Que estoy soñando, y que quiero/ obrar bien, pues no se pierde/ obrar bien, aun entre sueños” (vv. 2398-2401) El tema, muy repetido, se convierte en motivo principal de la escena IV, jornada III. Segismundo a lo largo de este acto tarda aún en darse cuenta de si está despierto o dormido; por ello, dada su experiencia anterior, trata de actuar con cautela. En todo caso, le mueve el interés, “ganar amigos” (v. 2426). Rosaura es la que le vuelve a la realidad diciéndole que la ha visto antes dos veces (v. 2866), de modo que Segismundo acaba por concluir “que no es posible que quepan/ en un sueño tantas cosas”(v. 2924). Cuando renuncia a Rosaura y decide restituirle su honor, triunfa verdaderamente sobre sus pasiones. Sabe que está despierto y actúa dentro de una absoluta libertad. De esta manera, la acción principal y la secundaria se complementan de tal manera que no se podría prescindir de la segunda sin grave perjuicio de la primera. El príncipe, tras haber sacrificado su amor, devuelve el trono al legítimo rey, Basilio. En su modo de actuar ha influido, sin duda, la consideración del Sic transit gloria mundi, la doctrina del desengaño, el concepto de que todo lo humano, el carpe diem, no significa nada frente a la gloria divina y eterna (vv. 2970)
   Debe tenerse en cuenta que Calderón no crea en Segismundo a un personaje con su individualidad, sino un ejemplo simbólico de hombre en el que domina lo animal sobre lo racional, como le pasaría a cualquiera de haber vivido encadenado en una torre. Calderón da los detalles que lo generalizan y lo sitúan dentro de una visión total de la Humanidad. De la misma manera están concebidos los demás personajes, tratando de que resulten convincentes. Dada esta generalización simbólica, no extraña la existencia de Autos posteriores con el mismo título. Al término de la obra, Segismundo se ha convertido en arquetipo de príncipe cristiano.
   Con respecto a los demás caracteres, Basilio, Clarín, Astolfo, un criado y el soldado traidor, también tendrán su desengaño: todos, a su modo, han estado soñando y han confiado excesivamente en sus fuerzas, en su poder, en sus ardides.


   Distraído  por su afición a la astrología, descuida los deberes propios de un monarca, lo que, ante los espectadores del XVII le convierte en un rey/ científico, figura tan contradictoria como la de Rosaura,  mujer/varón; o la de Segismundo, hombre/fiera.
   Basilio es presentado como sabio Tales y docto Euclides por sus sobrinos, Astolfo y Estrella, y acepta orgulloso estas excesivas alabanzas (vv. 580-590). Sabe que la inclinación más violenta/ el planeta más impío,/ sólo el albedrío inclinan, no fuerzan el albedrio (vv. 787-791); a pesar de ello cree que puede determinar la vida de su hijo, olvidándose de que es libre. En consecuencia, provoca el mal que quiso evitar: sus pronósticos van a cumplirse mediante los mismos cauces que eligió para impedirlos. Ha confiado demasiado en su ciencia y ha olvidado que el libre albedrío es un don que Dios concede a cada hombre, también al príncipe, por tanto. En un momento tardío, movido por la caridad (¿y la curiosidad?) somete a Segismundo a una prueba, organizada de tal modo que, si fracasa, el joven crea que todo ha sido un sueño. Ante su feroz comportamiento, Basilio no reconoce su culpabilidad, su negligencia en sus deberes de rey y de padre. Solo será consciente de ello al oír las palabras de Clarín moribundo (vv. 3096- 3111). Basilio, que vivió soñando su poder y su ciencia, despierta al ser derrotado. Valientemente se somete a su hijo (vv. 3152- 3155). Ha fracasado por querer evitar el fracaso.

CLOTALDO

   Tiene gran importancia dentro de la estructura de la obra, pues es el gozne entre la intriga principal y la secundaria, al ser el padre de Rosaura. Dentro de la acción principal es un personaje- puente entre Basilio (lo culto) y Segismundo (lo primitivo). Como otros caracteres de la obra, resulta ambicioso, se mueve entre dilemas, es calculador (razona, argumenta). Ha cometido un grave error (en su juventud) también como otros (Basilio, Astolfo).

CLARÍN

   Su papel es, en un principio, simplemente gracioso. Poco a poco su figura se vuelve más compleja, hasta el punto de que, a través de él, Calderón nos transmite ciertas enseñanzas. Los vicios causan gracia, pero no se nos oculta que son vicios. Es adulador: “Señor/ soy un grande agradador de todos los Segismundos” (v. 1337). Gusta de mostrar su ingenio; su listeza le lleva casi siempre a equivocarse, pues su falta de prudencia es un grave defecto (cuando los soldados rebeldes vienen a buscar a Segismundo y le confunden con él, les sigue el juego (vv. 2188- 2275). Por eso muere precisamente cuando quiere evitar la muerte, en una escena en la que se pone de relieve su papel de gracioso imprudente (vv. 3056-3059): se esconde para evitar las balas y es alcanzado por una que se ha perdido; ello le lleva a despertar de su sueño de vividor y a reconocer que el hombre no puede escapar de su destino, en unos versos (vv. 3085-3095) de lectura comprometida: “Mirad que vais a morir,/ si está de Dios que muráis”. El sentido que encierran, en un Calderón que defiende la libertad de las acciones humanas, está claro si entendemos que es el hombre quien, por medio de sus actos, dirige los hilos de su propia existencia, pero, para evitar el mal, ha de manejarlos con prudencia (véase, el parlamento de Segismundo a la corte, vv. 3158-3247). Clarín tiene un importante papel en la obra, pues sirve de ejemplo a Basilio (y a los espectadores) de que huir del hado no es suficiente para vencerle (vv. 3056 y ss.).

ASTOLFO

   Confía en su poder y sus méritos para eludir su compromiso. Por ambición quiere casarse con Estrella y dejar a Rosaura agraviada. Despertará de su sueño cuando Segismundo le obligue a quedarse con la que ya era su mujer pues nadie puede eludir las consecuencias de sus propias acciones.

EL CRIADO DEFENESTRADO

  Reprocha sus violencias a Segismundo, al parecer con buena intención, pero sabemos que sirve a Astolfo y es tan adulador como Clarín. Su exceso de orgullo (Con los hombres como yo/ no puede hacerse eso, vv. 1425- 1426).

EL SOLDADO

   Encabeza la rebelión, esperando un premio, pero es enviado a prisión: el traidor no es menester/siendo la traición pasada (v. 3292). El castigo que recibe es clemente, pues se ha levantado contra su rey legítimo y merecería morir. No olvidemos que Segismundo se considera a sí mismo reo de muerte y como tal se postra a los pies de su padre.
            Todos estos personajes pecaron por exceso de confianza. Al enfrentarse con el tema del desengaño, típicamente barroco, si no murieron, se levantaron de su caída, pero dan la sensación de haber despertado violentamente.


ROSAURA Y CLOTALDO

   No entran dentro de este grupo. Están movidos por sentimientos elevados (Clotaldo, la lealtad; Rosaura, el honor) que sostienen la intriga secundaria. No tiene que despertar a la realidad porque ya están desengañados. Los dos creen en la bondad de los principios que defienden: por eso ven el desorden como tal, mientras los demás no lo ven así o confían orgullosamente en poder dominarlo.

ESTRELLA

   Es un personaje comodín, de escasa relevancia, pero necesario como escollo entre Rosaura y Astolfo y como esposa de Segismundo al final. Al público no le gustaría que se quedase solo.


   Tanto en la acción secundaria como en la principal domina el motivo de la confusión. Ambas nos enseñan que solo la virtud puede ayudarnos a superar las dificultades que nos rodean. Pero, mientras Clotaldo y Rosaura lo saben ya en el momento de empezar la obra, los otros lo van a aprendiendo durante su transcurso. Así, la acción secundaria es, al mismo tiempo, complemento, reflejo y contraste de la principal.


ESQUEMA DE LA DISPOSICIÓN DE LOS PERSONAJES




SEGISMUNDO
(CENTRAL)

BASILIO
(padre físico)

Los dos viejos
CLOTALDO
(padre espiritual)
ASTOLFO

(rival de Segismundo)


Los dos jóvenes
CLARÍN

(gracioso)
ROSAURA
Se casa con
ASTOLFO
Las dos jóvenes

Inclinación amorosa
ESTRELLA
Se casa con
SEGISMUNDO